jueves, 13 de octubre de 2011

País del que no vuelven los viajeros...

...frase que quizás en otros tiempos alguien reconocería como parte de los dichos del pobre Hamlet (y entendería que me refiero a la muerte, claro), pero que hoy en día, donde el prestigio y la imagen son asuntos de mucha más ponderación entre el público en general, la mayoría interpretará como una metáfora del Ridículo que, si se quiere, hasta se siente como algo peor que la misma muerte. Por lo menos, para los que no tienen puta idea de lo que hablan o que aún conservan alguna fe infantil en la propia inmortalidad.
Y si bien puede que sea cierto que nadie regresó jamás de ese impreciso lugar (ni del otro tampoco, si vamos al caso), las causas de tal imposibilidad no han sido muy discutidas que digamos. No se vuelve del ridículo porque es imposible recuperar el respeto ajeno luego de haberse mancillado, oh, en sus turbias miasmas? No se vuelve porque el respeto sólo se puede basar en el temor, y no hay forma de temer aquello de lo que uno se ha reído (que no otra cosa significa la palabra "ridículo")? No se vuelve porque entendemos que sólo puede haber grandeza con solemnidad y cara de culo, y que la cuasi-divinidad que algunos necesitan para admirar a otro es incompatible con las humanas chambonadas?
O será que, de tanto y tanto olvidarse de "como queda" uno ante los demás, y de tanto y tanto hacer el ridículo, uno se encallece, no le importa, y termina por darse cuenta de que no es un sitio tan incómodo como se creía cuando se era adolescente?
(Y no será esa preocupación por estar "fuera" o "dentro" del País del Ridículo una actitud netamente adolescente, indigna de mentalidades que, por adultas, deberían freír sus milanesas en aceite de mejor calidad?)
"Quién fué jamás al cielo/quién volvió jamás del infierno?" se preguntaba Khayyan cuando se hablaba de las dos formas que podía adoptar el país del que no vuelven los viajeros, dando a entender que no valía la pena gastar saliva ni preocuparse por temas de imposible solución. Ocuparse de cómo era ir o volver del ridículo, me retaría aquel persa tan piola, sería un asunto igual de estúpido de analizar: la actitud razonable, me indicaría, sería disfrutar todo lo posible de las cosas bellas que aparecieran en el camino, sin preocuparse después por la vuelta.
Predicando con el ejemplo, acá va otra zambullida mía en las aguas del papelón. Van dibujos y poemas relacionados, de alguna forma, con las Costas


 "Sea lo que sea, ya no anda más" (Un intento en la onda Ukiyo e)


"La costa es párpado del mar,
¡Velen, por dios, este ojo
airado que vamos hiriendo
a hélice día tras día!
Espumante, mira y mira,
se sacude y nos revisa,
y de noche,  oscura ira
se contiene por poder
contemplarnos otro día"

 "Quirópodus Duriensis" El fondo, claro, es tomado de una foto. Lástima: de no haber sido porque aparece en uno de esos buchones fondos de pantalla de Windows, hasta podría decir que lo inventé. Pero no. Ahora, eso sí: el gansito con manos por patas es criatura 100% mía.

"De la Aurora considerada como solvente" Creo recordar que me impresionaron unas ruinas mexicanas, pero no podría decir cuáles ni cuando.


Rompeolas (por el de Barcelona, y el de Paco Cepero)

Te veo y me alegra verte.
Mi pecho canta y siente la fuerza
que sos, que te hizo, y que te quiso.
Buque quieto,
negro brazo de puño extendido,
te hundís y asomás triunfante
de la blanca furia costera.
Vieja y quebrada ballena milenaria,
el mar te ha roto,
te ha gastado,
te enfría cruel en los inviernos,
y tapiza suave de alga y musgo
por ver de doblegarte
y volverte de nuevo a la tierra.
Pero, hermano, no puede.
Tus serias rocas, saladas al sol,
lo siguen y siguen desafiando.

Hay algo alegre en tu bravata:
el humano floreo de la pequeñez humana
esgrimiéndote atrevida contra el mar.

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