domingo, 10 de julio de 2011

Rescate en el tiempo

Siempre escribí. Siempre lo disfrute, y siempre me sirvió; tanto es asi, que tengo una mesita de luz llena de papeles viejos, escritos con mi letrita apretada y fea.
Una tarde , cuando los revise y vi que muchos de esos papeles ya se estaban volviendo ilegibles, me di cuenta de que el tiempo no solo pasa, sino que también te pasa por encima .
Como mi trabajo me lo permite, poco a poco fui pasándolos a formato magnético, y, al tiempo, me di el gusto de tenerlos a todos seguros y prolijitos. Pero algo empezó a picarme. Como soy medio lento, tardé unos meses en darme cuenta de que me estaba haciendo trampa a mi mismo.
Caí en cuenta de que siempre me referí a esos papeles como "esas boludeces que escribo" (pero con onda, con simpatía, ojo). Una vez que las tuve en Word, alineadas, parejas y ordenadas, disimuladamente empece a llamarlas -en secreto- "mis libros". Mi autoestima, feliz. Mi honor, un desastre.
Cuando la honestidad me retorció el brazo, tuve que reconocer que un montón de palabras escritas no son un libro. Se vuelven un libro cuando se comparten con otros. Las palabras escritas son un ejercicio de idioma, un borrador, un placer de dilettante. Si se quiere, hasta se puede decir que son un apoyo para el pensamiento teórico. Un libro, por otra parte, es fundamentalmente una comunicación.
Lo mio no iba a ser un libro hasta que yo lo pusiese a disposición de la crítica ajena.
Y como conseguir que una editorial se juegue por un desconocido (que quizás tampoco valga tanto como para jugarse por él, seamos justos), y como la vez que presenté uno a concurso -mal- no figure ni a los premios, opte por autoeditarlo en internet.
Aquellos que sientan curiosidad pueden buscar carlos duro, libros, o verlos en https://www.bubok.com.ar/autores/carlosduro  y https://espanol.free-ebooks.net/search/carlos+duro. (Por esas cosas del google, a veces no aparece Carlos Duro sino Carlos José Duro, o Carlos José Duro Manzo, o alguno de los otros alias que Interpol aún no me ha descubierto. Usualmente, no aparece ninguno en las primeras 248 pantallas de resultados de Google).  Los que se bajan como e-book, para leer en la computadora, son gratis. Y como yo no veo un peso de los que se compran en papel, sugiero que los curiosos se conformen con el e-book.
Y ahí están. No todos, no los mejores, no los peores. Solo algunos con los que quise empezar a probar qué se sentía poner la piel en carne viva para que el mundo te la acariciara o te la cagase a palos. Pase lo que pase, de todas formas, son cosas rescatadas del pasado, y guardadas en un lugar (el ciberespacio) donde no llegan ni la humedad ni la polilla. Magro consuelo, pero uno se acostumbra a vivir a dieta de buenos alientos.

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